martes, 20 de septiembre de 2011

Mujer etérea.


Mujer etérea
mujer de cristal
que se desvanece
y resplandece
por igual.

Hembra septentrional
guías nuestros pasos
cual estrella polar
iluminas de manera similar
el camino
y la vida
de quienes te vemos pasar.

Fémina de música
de compases al andar,
de bellas tonadas acústicas
cuando empiezas a hablar,
de trinos maravillosos,
de angelicales cantos gloriosos.

Es tu silencio
una lúgubre tonada,
que nos invade de tristeza
y de la vida ya no deseamos saber nada,
si no es estar dispuesto a morir
si con eso, tu corazón obtiene calma

Musa ignota
Desconocida
Etérea

Un día te pregunte
¿Cómo escribirle a un poema?

Y aun tambaleo
al esgrimir una respuesta

Al poema no se le escribe,
porque él surge del alma,
tiene vida propia
asciende a uno desde las entrañas,
hay que saborearlo
como al café de las mañanas,
o como al puré de papas.

El poema
es una fuerza superior
que nos rebasa
que no podemos contener
que no podemos comprender.

No tenemos otro remedio
más que terminar postrados
y ante tanta belleza
y quedar reducido
a la caricatura de uno mismo.

Pero al mismo tiempo
ser dichosos
de poder mirar,
comer,
saborear,
admirar,
y crear poesía,
no quedándonos como otros
contentos por escuchar
palabras bonitas.

Lo máximo que uno puede
pretender hacer,
es que resuenen
en los pechos de las doncellas
las palabras.

Para que tú,
ignota musa,
sujeto lacerante
de mis noches de insomnio
¿Demonio o diosa?

Surjas entre los renglones
de estas páginas acabadas

Te crees y te recrees
y adquieras rostro,
cuerpo,
vida.

Sal de una vez de mi cabeza,
ya no quiero seguir adorando
una imagen o un icono de piedra,
o tan solo el resplandor,
que surge del reflejo
de tu belleza.

Surge, emana,
como oasis maravilloso,
en este mar de ardiente arena
que significan mis penas.

Para que pueda estrecharte en mis brazos
sin temer por lo que suceda.


Radha Soami Sánchez Sánchez

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