Título: Herida sobre herida (tuyas y
mías).
Autor: Radha Sánchez.
La Ciudad de México,
también puede recorrerse como heridas (tuyas y mías).
Unas ruinas, una iglesia,
y edificios donde vive gente
sobre gente.
una plaza, hoy vacía, se
llena anualmente
para que la vida recuerde
a la muerte.
La plaza está adornada con
mudos testigos,
prehispánicos y
coloniales, habitados o vacíos,
que guardan silencio, solo
observan…
callan… indiferentes… indolentes…
(como
si fueran de concreto, y lo son,
por
eso los perdono, pero a ti no)
Aquellos edificios, como mudos
testigos, al día siguiente callaron,
la muerte los corrompió
por dentro, llegó hasta sus cimientos.
Quisieron gritar y no lo
hicieron, quisieron llorar y no pudieron
quisieron marchar… se
quedaron quietos.
Cuando pudieron moverse,
solo trajeron desgracia
y nos colmaron de muerte.
En Tlatelolco la casa se
convirtió en escombro,
por el terror y vergüenza
de ser la viva imagen del 68.
La Ciudad de México, también
se recorre como heridas (tuyas y mías).
¿Ves ese lugar? Ahí vivieron amigos, hermanos,
fueron desplazados por la
violencia de la pobreza o del narco,
¿Ves ese espacio vacío? Solía
existir un edificio,
una casa, unos cuartos, la
gente entraba sonriendo,
¿Ves el monumento? No lo
erigió ningún gobierno,
evoca un crimen, de hecho
43, ¿o 65?, ¿o 49? o no sé cuántos miles.
¡La Ciudad de México también
se recorre como heridas!
Como lo hizo con tu
cuerpo la impúdica lente del reportero.
¿Te acuerdas? Aquel día
que te encontraron desnuda, sangrante, sin vida.
¿Lo recuerdas? ¡¿Cómo no
recordarlo?! ¡Si todos te vimos en el piso!
¿o fue en el baño? ¿o en
la calle? ¿o en la acera? ¿junto a un árbol?
¡En tantas partes se
repite tu escena!
¡No tuviste la dicha de
una muerte única!
¡Eres estadística de la
tortura! ¡De la irracionalidad!
¡De la barbarie! ¡De la
locura!
Y algún imbécil se
regocija porque según sus cifras,
no fuiste quinientas,
sino trescientas.
La ciudad tiene que ser
caminada, recorrida, mirada, sentida, llorada.
Para decir lo que otros
han callado,
hay que ejercitar la
memoria y volver sobre sus pasos.
“tres culturas” Le dicen
a esa plaza.
“tres culturas” Ninguneando.
“tres culturas” Como si
fuera un lugar.
“tres culturas” Una fecha
en el calendario
“tres culturas” Como el
que dice: “Deme tres tacos”
Pero ¡Tres Culturas!
¡No es fecha, ni lugar, ni
espacio para sus ritos protocolarios!
Nosotros tenemos memoria
y podemos pronunciar bien alto:
Mil-novecientos-sesenta-y-ocho.
y vemos la bengala cayendo
y el puño en alto
que grita consignas
contra el Estado
y el puño blanco… y el
puño blanco…
que se hunde en la noche
¡maldita noche!
noche de Tlatelolco, noche
de Iguala
¡Noche! ¡Espacio donde se
aprovechan
los cobardes y ladrones!
y se hunden en la
oscuridad
como se hundió el dedo en
el gatillo
y sus balas que se hunden
en la carne
y la carne que se hunde
en el suelo…
y el suelo que se vuelve
tierra,
y la tierra que digiere
su “siembra”
y sin contar el secreto
los hace semillas
y hunde sus huellas
para marcar el camino en
el que vamos
y ¡Aquí estamos!
En esta Ciudad que es una
herida
en
la que vive
gente
sobre
gente
herida
sobre
herida.