Heridas.
"No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida."
Miguel Hernández.
Aun no nacía
y ya tenía,
el corazón
lleno de heridas.
Rio Blanco,
Cananea,
La Coprera,
y Chilpancingo
de mil novecientos
setenta…
Todas ellas
dolorosas,
todas ellas
funestas…
pero ninguna tan
grande,
profunda y negra,
como la oscura
noche
del dos de octubre
de mil novecientos
sesenta y ocho.
¡El asesinato!
La vorágine de la
muerte,
la ignominia
preservada
en el rostro del
edificio Chihuahua,
de aquel “día
soleado”
tan amablemente
anunciado…
y de aquella noche
tan amarga
¡Tierra y cielo
Tres Culturas
completas!
Son testigos
presenciales
del terror
exacerbado,
del Terrorismo de
Estado
Mudos testigos
de sangre y
cemento.
¿Quién derramo la
vida?
¿Quién acabo la
sangre?
¿Quién mancillo la
alegría?
¿Quién nos heredó
esta agonía?
Sabemos de antemano
el nombre
y el color de los
culpables,
lo
tenemos en la lengua,
nos
quema la carne,
lo
gritan las plazas y las calles;
pero
el miedo aconseja
no
hacer más alardes,
permanecer
callado
recordando
aquel “día soleado”.
Nos envenena, nos
mata
no verlos en la
cárcel,
y encontrarlos
sonriendo
siendo su rostro el
del cinismo.
¡Patriótico color
de asesinos!
¡Olympico batallón
de cobardes!
¡Envilecido
ejercito de descomunicantes!
Quisieron terminar
con una generación de valientes,
ahogar entre la
ignominia, los gritos de justicia y hambre.
Acabar con el León
de la inconformidad,
quitarle sus más afilados
dientes…
colmillos feroces
que exigen libertad.
A tantos años de
esta funesta afrenta.
El sesenta y ocho
no se olvida
el sesenta y ocho
no se perdona
el sesenta y ocho
sigue con vida
en tu persona y en
mi persona.
¡Yace vivo,
palpitante!...
y “Ellos”, los
“Nosotros” de ahora,
seguimos sin la
facultad
de poder o
querernos callar.
¡Aquí yace la boca
centellante
que se torna
inmensamente grande!
¡Aquí yace
imposible de abarcar!
¡Aquí! Entre
nosotros
¡Aquí! Con
sufrimientos y gozos
Por qué aquí se
encuentra abierta la herida,
que como dijo el
ruiseñor de calamidades,
aquel que decidió
camuflarse en hombre-poeta,
“No hay extensión
más grande que mi herida,
… y siento más tu
muerte que mi vida”
Hemos llorado
muchos años
y continuaremos
haciéndolo varios siglos,
hemos luchado
muchos años
y continuaremos
haciéndolo
hasta encontrar del
crimen un castigo.
¡Pues la patria no
perdona ni olvida
el asesinato de sus
hijos!
Radha Soami Sánchez
Sánchez.