Mujer
etérea
mujer de
cristal
que se
desvanece
y
resplandece
por
igual.
Hembra
septentrional
guías
nuestros pasos
cual
estrella polar
iluminas
de manera similar
el
camino
y la
vida
de
quienes te vemos pasar.
Fémina de
música
de
compases al andar,
de
bellas tonadas acústicas
cuando
empiezas a hablar,
de
trinos maravillosos,
de
angelicales cantos gloriosos.
Es tu
silencio
una
lúgubre tonada,
que nos
invade de tristeza
y de la
vida ya no deseamos saber nada,
si no es
estar dispuesto a morir
si con
eso, tu corazón obtiene calma
Musa
ignota
Desconocida
Etérea
Un día
te pregunte
¿Cómo
escribirle a un poema?
Y aun
tambaleo
al
esgrimir una respuesta
Al poema
no se le escribe,
porque
él surge del alma,
tiene
vida propia
asciende
a uno desde las entrañas,
hay que
saborearlo
como al
café de las mañanas,
o como
al puré de papas.
El poema
es una
fuerza superior
que nos
rebasa
que no
podemos contener
que no
podemos comprender.
No
tenemos otro remedio
más que
terminar postrados
y ante
tanta belleza
y quedar
reducido
a la
caricatura de uno mismo.
Pero al
mismo tiempo
ser
dichosos
de poder
mirar,
comer,
saborear,
admirar,
y crear
poesía,
no
quedándonos como otros
contentos
por escuchar
palabras
bonitas.
Lo
máximo que uno puede
pretender
hacer,
es que
resuenen
en los
pechos de las doncellas
las
palabras.
Para que
tú,
ignota
musa,
sujeto
lacerante
de mis
noches de insomnio
¿Demonio
o diosa?
Surjas
entre los renglones
de estas
páginas acabadas
Te crees
y te recrees
y adquieras
rostro,
cuerpo,
vida.
Sal de
una vez de mi cabeza,
ya no
quiero seguir adorando
una
imagen o un icono de piedra,
o tan
solo el resplandor,
que
surge del reflejo
de tu
belleza.
Surge,
emana,
como
oasis maravilloso,
en este
mar de ardiente arena
que
significan mis penas.
Para que pueda
estrecharte en mis brazos
sin
temer por lo que suceda.
Radha
Soami Sánchez Sánchez
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