Así llegó,
así vivió,
así estuvo y se mantuvo,
así…
¡Muerto!
Llego a este mundo envuelto en un féretro,
hecho de prejuicios, modales y gestos.
Con el velo de muerte,
con su semblante ausente
Sus ojos inexpresivos se incendiaban a veces;
por amor, odio, amistad, ira, enojo,
con deseos, ansias, preocupación, histeria;
incendio efímero,
parecido al temblor de un cuerpo
que yace tendido.
Muerte perpetuada
en una vida enajenada…
Ajeno a sí mismo
Se entregó en varias ocasiones
a un asesino Dios omnipotente,
en teoría “todo pudiente”, omnipresente
pero inútil siempre.
Un Dios que se divierte deformando
su patético cuerpo
(arremedo de humano)
a base de misas, rituales, diezmos y cantos.
Insomnio tras insomnio,
ha sido arrebatado de todo sueño,
condenado a morir
en las noches de tonadas lúgubres,
en las tranquilas noches de la muerte,
en los ajetreados días de estertor,
en los días de agonía y dolor.
Cuando llegó a este mundo
se encontraba muerto
Fue su madre quien colocó el primer clavo a
su ataúd,
y desde su niñez primera
su oficio no fue otro sino el de calavera.
La muerte es todo lo que él conoció,
por ello gozaba reírse de la vida
y desdeñarla como algo secundario.
Odiaba hasta la demencia
a los pocos que caminan
gritándole a la vida
para hacerse presentes.
Con sonrisas en los labios,
con sueños en la mano.
Sus muertas neuronas exigían:
¡Castigo ejemplar!
A la vida que obstinada
se niega a dejarse matar.
En algunas ocasiones la vida toco a su puerta,
le quitaron el trabajo de forma injusta y
funesta.
¡Tuvo la oportunidad de gritar!
de salir a la calle y hacerse presente
de ser hombre, de ser mujer,
de afirmarse por sus actos como un sujeto,
como un ser viviente, pensante, actuante…
demostrar que no era tan solo
una pieza…
un engranaje más
No fue así,
prefirió quedarse callado
y morir…
Cuando la muerte yace
tan intrínsecamente pegada a la carne
resulta casi imposible zafarse.
Murió durante diez, veinte, treinta
setenta años,
murió día y noche
murió sin tregua ni descanso.
Nada se pudo hacer
estaba muerto al nacer.
No se dejó ayudar
estaba muerto al llegar
Radha
Soami Sánchez Sánchez.
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