lunes, 24 de octubre de 2011

Diálogo


Estaba una tarde,
de esas que se pueblan con nuestras soledades,
pensando en la inmortalidad de la vida
aun después de fenecida.

Cuando un cigarro
que formaba voluptuosas figuras sobre mi cabeza
me susurro al oído paradigmas indescifrables,
pero dentro de su insensatez
y de sus ocurrencias,
el humo volatizado...
ya por el viento arrasado y cobijado,
me contaba varias verdades.

“La aridez de nuestra tierra,
será poblada por calaveras,
serán sustituidas las muecas sintéticas
por idiosincrasias ya no de látex
ni actitudes de almenas”

Decíame esto el incendiario instrumento
mientras yacía
posado ya sobre mi mano no mía,
cuando sus verdades
me arrojaron a la calle
buscando nuevos paradigmas.

Dentro de la sabiduría
estos extraños entes
existe un tanto de estupideces,
gustan de contradecirse
para confundir a los humanos con mentes pedestres,
y como quien ha vivido una eternidad efímera
continua ya casi agotado
pero con redoblado animo
su discurso.

“¡La vida!…
al fin y al cabo ¿qué es la vida?
Sino una larga y absurda monotonía”
el correr de los años
y las reglas de ortografía
nos orillan a apegarnos a los manuales,
a corroborar nuestra vida
en los ojos de los demás,
a irnos quedando cegados
bajo el afán de querer encajar.

Lamentable o afortunadamente,
una persona
que dialoga con cigarros
casi siempre reniega de los prontuarios,
siendo imposible embonar
en esta terca realidad,
de mentes estrechas
que usan trajes y perchas.

“¡Monotonía la muerte!
La muerte,
no muerte de a de veras,
sino la muerte de los vivos
que cada día se integran al ataúd un clavito”

Eran parte integral de su discurso
estas y otras tantas verdades.

Cuando de pronto, un descuido
un mal movimiento de la mano
¡el cigarro al traje de un abogado!
se ha cortado de tajo su discurso

¡Ha muerto otro sabio!


Radha Soami Sánchez Sánchez.

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